ARIADNA

Yo soy Ariadna. Hija del legendario rey Minos de Creta, y de Pasifae, hija del Sol. Como casi todas las mujeres de mi tiempo, tengo una férrea voluntad y un gran carácter. No se me dan la docilidad ni el sometimiento. Me enamoré de Teseo en la única forma en que las mujeres como yo podemos amar, con locura y pasión a raudales, irrevocables . El llegó a Creta con fama de super-héroe y semi-dios. Su hermosa presencia no dejaba dudas de esta bien ganada reputación que competía con la de Heracles por sus hazañas de fuerza y valor.

Yo conozco las intenciones de Teseo. Viene a dar muerte a mi medio hermano el Minotauro, enclaustrado en el terrible laberinto que Dédalo construyó por órdenes de mi padre. Viene a detener el sacrificio de los 14 jóvenes que año con año son enviados para nutrir con su carne al engendro aterrador.

Estoy segura de la victoria de Teseo, pero sé que no encontrará el camino y se perderá en el laberinto, como tantos otros. Nadie ha regresado del tenebroso laberinto...

Y yo no quiero llorarlo muerto.No arrastraré por la historia un luto absurdo ni me convertiré en plañidera. Quiero amarlo vivo. Quiero que me lleve con él a Atenas. El me lo ha prometido.

Teseo ha entrado al laberinto junto con el grupo de jóvenes cautivos. Yo he atado a su pie el extremo de un ovillo de hilo que Dédalo me regaló hace ya tiempo. Le he dicho que todo lo que tiene que hacer es recoger el hilo para llegar de nuevo a la entrada, donde yo permanezco con el otro extremo de la madeja en mis manos, esperando ansiosa mientras mi super-héroe, mi amado, enfrenta al desdichado monstruo, fruto del amor antinatural de Pasifae por el toro blanco, insana obsesión insuflada en mi madre por el dios Poseidón.

...yo decidí la supervivencia de mi semi-deidad amada. Su fuerza venció al monstruo, mi inteligencia venció al laberinto. Mi destino quedó atado al suyo por este ovillo de hilo, como si cadena de hierro fuese. Con ese ovillo tejí mi vestido de bodas y mis posteriores desdichas. Teseo me desposó por cumplir su promesa. La apasionada era yo, el instrumento de su salvación yo se lo proporcioné, y luego él me abandonó en Naxos. Lo maldigo. Por él dejé patria y padres y ayudé a matar a mi hermano. Ahora estoy sola en tierra extraña y sin amparo de nadie. Así me ha encontrado Dionisio, llorándome los mares, maldiciente, loca de dolor, y me ha tomado por esposa...

Pero como dirá algún día Edith Piaf, la Alondra inolvidable, no me arrepiento de nada. Cada minuto de mi vida lo he vivido a plenitud. He estado viva todo el tiempo, y sé que, al igual que yo, todas las mujeres, sostienen en sus manos un ovillo de hilo con el cual traman su propio destino y bordan la perenne historia del mundo... Este es el espacio de los hilos más brillantes...sólo hay que seguirles la huella en el entramado...

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